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Lo que he sufrido como profesora.

  • Writer: Eliza Gravedoni
    Eliza Gravedoni
  • Jul 14, 2020
  • 7 min read

Updated: Jul 25, 2020

Si me hubieses preguntado de pequeña: ¿Qué quieres ser de mayor? Una cosa que nunca te hubiese dicho habría sido: Profesora.

Empecé siendo profesora particular. Como muchos estudiantes de universidad, quería sacarme algo de dinero. No estuvo mal, no tuve muchos alumnos y me hacía sentir un tanto responsable. Quería tener algo de experiencia en lo que sea.


Después una persona me recomendó para ir de profesora de inglés en un campamento, nada más y nada menos que en Irlanda. Ir de profesora en campamentos no me importó, puesto que el problema no era ser profesora, sino muchos otros más. Pero aún así, tuve 15 alumnos adolescentes en clase, que testaron mis límites, pero supe controlar bastante bien.


Después de eso, fui a Guinea Ecuatorial, un curso escolar completo. Me había dicho que iba a ir a formar a los profesores, a ayudarles a dar clase mejor. Y créeme, tenía toda la teoría en mente, podría haber ayudado, pues tenía todas las ganas de hacerlo, pero no es que me dejaran mucho tampoco.

Tuve alrededor de 50 alumnos en clase y estuve en dos colegios. En el segundo, estuve con un grupo de Segundo de Primaria, 52 alumnos y un profesor. Me convertí en la asistente de ese profesor y después de una nueva profesora. Me dijeron que los niños nunca me respetarían porque veían que yo les amaba. Me llevó 6 meses ganar el respeto de esos niños. Y ya para entonces el curso había terminado. Dos de ellos me preguntaron si podría ser su mamá. Fue un voluntariado, fue estresante, pero recuerdo con cariño mi tiempo allí, porque sé que hice una diferencia en la vida de mis alumnos.


Así que a la vuelta en España, lo más lógico fue buscar trabajo como profesora. Fui dos veranos más como profesora de inglés en campamentos, hasta que me di cuenta que ya era lo suficientemente mayor para aguantar todo eso.


De África vine con el autoestima alta, llena de amor de la gente que se convirtió en mi familia allí. Me sentí apreciada y amada, y aunque podría haber hecho miles de cosas que no pude hacer. Estuve donde más me necesitaban.


Las injusticias que ví allí son muy similares a las que iba a sufrir yo en España.

Después de unos meses de búsqueda de trabajo, gracias a un amigo me contrataron en una academia.

Para que os hagáis una idea, con 8 alumnos me podían pagar el sueldo al mes. Yo tenía más de 100 alumnos.

Las coordinadoras que tuve no fueron malas, una de ella lo dejó después de un trimestre porque no lo aguantó más. El sistema y el modelo de empresa obligaba a mis coordinadoras a ser malas con los empleados.

Mis jefas no fueron expresamente malas, no les importábamos mucho y siempre había mucho drama por cualquier cosa.

Mirando ahora atrás, mis superioras —pues eran todas mujeres—, no fueron tan horribles. Tampoco fueron buenas, pero bueno.


Lo que no pude sufrir más fue dar la misma clase 15 veces por semana, la misma lección, repetida 15 veces, tres veces al día, cada semana. Cada unidad básicamente repetía lo mismo, lo que hacía que repitiese la misma información 120 veces en dos meses. Tuve otros grupos diferentes lo que hizo la situación un poco mejor.


Al final de cada trimestre teníamos que escribir comentarios en un boletín de notas. Cada boletín tenía 3 cajitas de comentarios en las que teníamos que escribir más de tres líneas, todo en lenguaje positivo, nada negativo. En plan si un alumno era un diablillo, teníamos que decir que básicamente era una ángel caído.

Un típico o comentario a un alumno suele ser:


«Pepito viene a clase con muchas ganas de aprender y siempre con una sonrisa. Le gusta mucho participar en todas las actividades propuestas en clase y aunque a veces se distrae cuando la profesora le llama la atención escucha.

Y como me falta media línea,

________________________________________. Le felicitamos por su buena disposición y alegría».

Allí ya había dado en el clavo, pues eran tres líneas y un poco más de cuarta línea. Todo positivo.

Este niño podría haber sido un niño que empuja a los demás compañeros de clase, que interrumpe, que nunca escucha y siempre se queja. O también podría haber sido un niño que normalmente escucha, pero está demasiado cansado para aprender nada y lo único que le motiva son los juegos. Pero ni eso, porque toda la metodología está basada en juegos y los niños aún así se aburren.


¡Imagínate, tener que escribir 3 comentario por alumno, teniendo más de 100 alumnos! Todos de la misma edad, intentar sonar diferente y personal en cada comentario, hacer del comentario un comentario individualizado.


Padres:

Tú hijo no es tan especial como piensas que es, es muy parecido a otros niños de su edad, no quiere estar en una clase de inglés después de tirarse todo el día en el colegio. Por muy divertida que sea la clase, a las 17 de la tarde, ellos quieren jugar. Los comentarios que lees de tu academia son un montón de paja, pero nada de contenido. ¡Yo me pasaba comentarios con otros profesores de otras academias porque ya no sabía qué leñe decir! Miraba en internet comentarios en otros idiomas, a ver si a la hora de traducirlos sonarían diferentes.


¡Ah! Y sabes lo que me daban por "Report". 1€.


Sí, pero no está tan mal si te das cuenta, puesto que en mi siguiente academía me dieron 0€.


Ahora hablemos de la siguiente academía en la que trabajé.


Esta daba un poco más de libertad a los profesores, nos podíamos más o menos organizar la clase nosotros como queríamos. Eso me sonaba muy bien. En la entrevista me dijeron que los "reports" eran solo un pequeño comentario, pero no me dijeron:

— Durante las vacaciones de Navidad tenía que llevarme como 60 exámenes de 4 hojas cada uno a casa para corregir.

—Tampoco me dijeron que cada unidad tenía que llevarme redacciones a casa para corregir.

—Tampoco me dijeron que tenía que pensar por lo menos dos o tres juegos para cada clase para que todo fuera más ameno.

—Que los alumnos no deberían escribir durante la clase.

—Tampoco me dijeron que si me enfermo tenía que preparar aún así la clase y dejarsela para la profesora sustituta, Y que yo no me llevaría ningún centavo del día que faltase por enfermedad.

—Tampoco supe que en mi luna de miel mi coordinadora me escribiría por Whatsapp y me diría que las clases que dejé preparadas para la profesora sustituta eran un vergüenza y que no iba a permitir que ningún profesor dejaría algo así preparado. (La profesora lo dejó después de 5 días, para que te hagas una idea de cómo es este trabajo).

—Tampoco supe que mientras estaría en la sala de urgencias de un hospital, mi jefe iba a hablar con los padres de mis alumnos y decirles que iba a recuperar las clases sin consultarme, porque de todas formas le debía clases puesto que con el confinamiento no dimos clases dos semanas. Al negarme y decirle que no quería recuperar esas clases, sería motivo para querer terminar nuestra "colaboración laboral".


He querido dejar de ser profesora desde que empecé a trabajar en la primera academia.

Este año por el estrés terminé yendo a urgencias, tenía todos los síntomas de "burn out" laboral. Los últimos meses, durante el confinamiento, tuve que dar clases online, sin ninguna pausa entre ellas y creo que esa fue la gota que colmó el vaso. Lloré tantas noches, porque ya no podía más. Mis últimos jefes me trataron tan mal, que supe que ya no podía más, que ninguna vacación de verano iba a darme las energía para seguir siendo profesora.


Oré a Dios, tantas veces para que encontrase un nuevo trabajo, que por favor no volviese más a esa academia. Ahora por fin me han hecho un favor y porque fui sincera con ellos y les dije lo que pensaba, y no les deje que se aprovecharan de mí, me han dicho que no quieren que vuelva en septiembre.


Y no pasa nada, ahora tengo derecho a paro y puedo buscar otro trabajo.


Los contratos que te hacen las academias son temporales. Contratan a los profesores en septiembre y el contrato se acaba en junio. Supuestamente después de dos años deberían hacerte un contrato indefinido, o uno un poco mejor que no te deje en el paro cada verano. Pero muchos trabajadores siguen su tercer o cuatro año con un trabajo por obra y servicio, con horarios que no están en sus manos.


También se de otras academias que declaran la mitad de las horas a la Seguridad Social, y la otra mitad las pagan "under the table".


Y es que da igual si tu como padre pagas 1000€ al año a una academia o 400€. El profesor recibe entre 9€ la hora o 12€. Yo sé que quieres que tu hijo aprenda, pero por favor la próxima vez que te quejes al director de tu academía de tu profesor, ten en cuenta que a ese profesor ya lo están tratando como a un esclavo. Y solo añadirás más estrés y penurias en su vida. Y no estoy diciendo que no digas nada si el profesor se burla de hijo, pues he visto profes hacer eso. Eso sí, quejate de ellos, pero si tu hijo te viene y te dice que se aburre en clase, o que no quiere ir a inglés, piensa que quizás tiene que ver con que tu hijo se la pasa la mayor parte del día fuera de casa con extraños.

Si una cosa que espero que esta cuarentena de haya enseñado como padre es que no es tan fácil entretener a tu hijo.


Un profe de academia tiene que trabajar por lo menos 20h a la semana para que le salga un sueldo de 1000€ al mes. Ahora bien, calcula tú, que sabes lo que le estás dando a esa academia, con cuanto dinero se queda la academia en el bolsillo y cuánto de lo que tú le estás dando se queda el profesor.

Mi alumnos me quisieron y yo les he querido, y los he tratado con cariño y les he dado toda mi atención. Mi vida personal ha sufrido y por eso, ya no quiero volver a ser profesora más.


Después de tres años siendo profesora en academías, mi autoestima está por los suelos, el estrés me ha pasado factura. También he ganado una confianza y control cuando estoy delante de una clase, sé tratar con personas de todas las edades y sé hacerme escuchar. Sin embargo, llega un momento de tu vida en el que ya no puedes aguantar más que se aprovechen de ti, por muy bien que hagas tu trabajo, si no tienes ninguna recompensa, te cansas.

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